No es nuevo el que desde el despacho que dirijo, Serrano Abogados, ofrezcamos servicios gratuitos a personas y colectivos que pueden necesitar de apoyo, consuelo, defensa y asesoramiento legal, sin que cuenten con recursos para pagarse un abogado.
Lo hacemos con frecuencia, sin que nadie se entere, y brindamos, también en muchos casos, facilidades de pago a nuestros clientes con tal de evitar injusticias y flagrantes situaciones de indefensión. La última ocasión, junto con otros abogados sevillanos, ofrecí esos servicios gratuitos de defensa a los perjudicados por las avalanchas provocadas en la Madrugada de la Semana Santa del 2017.
Ahora he vuelto, con sinceridad y predisposición, a prestarme a llevar de forma altruista los casos de mujeres que sufran discriminación en el ámbito laboral. Aquellas mujeres víctimas de la denominada brecha salarial, para cuya erradicación se invierten ingentes cantidades de dinero público, y que se encuentran en situación de desigualdad salarial con respecto a compañeros de trabajo varones en las mismas condiciones laborales, incluyendo cualificación, experiencia, antigüedad, horas extras, penosidad, peligrosidad... etc. Tras dos llamadas en redes sociales, solo he conseguido provocar un gran debate social, que siempre es bienvenido, pero ninguna mujer discriminada me ha llamado. Sigo a la espera de alguna comunicación personal de auxilio. ¿Cómo se explica si supuestamente el 25% de las trabajadoras sufren esa discriminación? ¿Cómo es posible si supuestamente son millones las trabajadoras que la propaganda oficial se encarga de pregonar que cobran menos en sus mismos puestos de trabajo?
Se me ha respondido que no obtengo respuesta pues las mujeres discriminadas laboralmente tienen miedo a ser despedidas y la dificultad de probar su situación. Un argumento muy débil y fácilmente refutable pues de ser así, el legislador ya tiene el camino abierto y más eficaz para darles la oportuna cobertura y protección. Sencillamente, habría que aplicar a esos empresarios y empresarias que actúan contra los derechos laborales de las mujeres por el hecho de serlo, los mismos correctivos que se aplican a muchos padres de familia que sufren una denuncia de maltrato, y conceder a las denunciantes los mismos privilegios que a las que denuncian a sus parejas o exparejas varones. No bastaría con declarar el despido nulo, la readmisión y apertura de diligencias penales al empresario/a por un delito contra derechos de los trabajadores. No. Lo que habría que hacer es abogar por la detención inmediata del empresario/a capitalista denunciado/a, desterrar su presunción de inocencia y dar veracidad a la declaración de la trabajadora sin más prueba, acordar medidas de alejamiento del empresario/a de su empresa y resto de trabajadores, dejando claro que entre esa clase empresarial habría que incluir a los responsables de los centros públicos de trabajo, incluyendo ministros/as, consejeros/as, directores generales....y como cómplices a los responsables de los sindicatos que habrían consentido el desigual trato. Habría que fomentar no sólo la readmisión en el mismo puesto, sino en otro superior, empoderando a la despedida con un mejor sueldo, y gratificando su valentía con un adicional sueldo social, beneficios a la hora de elegir centro de trabajo, traslados, promociones....en tal caso, evidentemente, desaparecería el miedo al despido y a no poder acreditar la situación de discriminación y desigualdad laboral.
De ser así, probablemente, no tendría que ofrecer nuestros servicios gratuitos, pues habría cientos de bufetes especializados que llevarían miles de casos. Nada de eso se va a hacer, puesto que lo cierto es que el objetivo no es cargarse la economía privada ni el funcionamiento de las instituciones públicas. El fin es eliminar la familia y principalmente, el papel del padre.
Ahora bien, ello no significa que no exista brecha salarial. Existir, existe, como existen muchas mujeres que, lamentablemente, sufren maltrato machista a las que se debe dar una defensa eficaz, proporcionada y ajustada a sus necesidades. Lo que ocurre es que, al igual que con el concepto de maltrato, se manipula, tergiversa e instrumentaliza su verdadero sentido. Eso sí, con el fin también de justificar jugosas subvenciones y ayudas. ¿Cómo se explica entonces realmente esa existencia, sin contaminación ideológica de por medio?
- En primer lugar la brecha salarial entre hombres y mujeres en ámbitos como la tecnología, los negocios o la política no se debe tanto a una discriminación real contra la mujer sino a la diferencia de intereses, preferencias y prioridades entre ambos sexos. Por mucho que se empeñen, somos diferentes, cada sexo con sus defectos, aptitudes y capacidades. Susan Pinker así lo expresa en su libro "la paradoja sexual: de mujeres, hombres y la verdadera frontera de género"
- En segundo lugar la comparativa, de la que se extrae esa desigualdad del 25%, no se realiza de forma individual y personalizada sino de forma genérica en consideración al colectivo de hombres y mujeres, sin tener en cuenta que en determinados ámbitos laborales, como en el Ejército, es reciente la aparición de la mujer, y sin contar que existen ya oficios y carreras en los que la mujer tiene un papel preponderante.
- En tercer lugar, se ha de resaltar que el techo de cristal de la mujer sigue encontrando su causa principal en la maternidad. La conciliación familiar sigue recayendo principalmente en las mujeres y principalmente en las madres. Son ellas las que, desde una mentalidad machista, siguen asumiendo la crianza de la prole y son ellas las que piden en mayor medida baja laboral por maternidad. En la comparativa, ese dato resulta demoledor en contra de las mujeres. El feminismo radical pretende solucionar ese problema, favoreciendo el aborto, la reducción de la natalidad, lo que es un error doble, pues por un lado esa perspectiva de género va a terminar con la posibilidad del imprescindible relevo generacional, y por otro lado, desconoce (detrás están muchas mujeres que se avergüenzan de serlo) que para las verdaderas mujeres, la maternidad resulta un privilegio, un privilegio exclusivo que, tras el parto, están llamadas a compartir con los padres.
- Esa es la mentalidad que se debe cambiar, pues la conciliación laboral y doméstica pasa por que hombres y mujeres tengan los mismos derechos y obligaciones sobre sus hijos. Salvo la lactancia, nada debe limitar las responsabilidades de los padres, en igualdad y simetría con las madres. Y esa conciliación debe predicarse tanto durante la relación familiar, como cuando se produce la ruptura de la relación de pareja. Se deben de favorecer, por tanto, los permisos de paternidad, y promocionar el modelo de custodia compartida, no como modelo impuesto sino preferente, lo cual no solo favorecería a padres comprometidos y a los hijos, que no se separan ni de su padre ni de su madre, sino también a las madres, desapareciendo los límites que impedirían su empoderamiento en la política, la economía, los negocios, la empresa y en el ámbito laboral.
Esta es mi aportación y la de mi despacho, Serrano Abogados, a la lucha contra la verdadera brecha salarial, y quien tenga ojos que vea y oídos que oiga. Eso sí, manteniendo mi oferta de defensa de los casos de discriminación salarial de las mujeres, esos casos que existieron en el pasado y en el caso de que alguno existiera aún en el presente. Sigo esperando.
Francisco Serrano Castro